viernes, 22 de junio de 2012

LA CRÍTICA: Juan de los muertos

Cuba bajo el terror de los zombis
El cine de zombis se ha prestado casi desde los tiempos de plenitud de Romero a todo tipo de revisiones socio-políticas, un aspecto que ya parece obligado en cualquier película en la que los muertos vivientes hagan de las suyas. Pero no debemos olvidar ese otro gran aporte de este tipo de películas, que es el entretenimiento. Y cuando la comedia y el terror se unen en perfecta armonía el resultado es formidable, y si no que se lo digan a la ya mítica “Shaun of the dead” o a la reciente “[·REC]: Génesis”.

No es casualidad por tanto que, en su segundo trabajo, Alejandro Brugrés escoja la comedia zombi para analizar la realidad histórica de esa fallida utopía socialista llamada Cuba, venida precisamente de un pueblo experto en reírse de sí mismo. Con “Juan de los muertos”, Brugrés aprovecha para lanzar dardos hacia el régimen castrista y la Cuba de los últimos 20 años, o como diría su protagonista, hacia el Periodo Especial y lo que vino después.


Todo lo que ocurre en este film es lógico. Donde otros países habrían sentido vergüenza histórica –mejor no poner ejemplos de ello-, los cubanos han sabido salir adelante y aprovechar cualquier crisis actual, poner la otra mejilla y sacar tajada de ello. Así, los hilarantes protagonistas de la historia –sensacional la pareja central, Alexis Díaz de Villegas y Jorge Molina-, cuales cazafantasmas, se dedicarán a hacer dinero limpiando su ciudad de putrefactos, aunque no con los resultados que ellos esperan.

Hasta este punto, todo funciona bien en “Juan de los muertos”. El problema es que, si vas a aprovechar el género para hacer sangre, debes asegurarte de no quedar a medio camino en tus intenciones. Y si de paso quieres entretener y hacer reír, debes conseguirlo, no quedar en el intento.


Esta cinta es precisamente eso, un quiero y no puedo. Los continuos ataques a la realidad cubana parecen tímidos, como preocupados por el qué dirán y por las consecuencias. Y, por si fuera poco, a la media hora los gags son repetitivos y previsibles, tanto que la oportunidad de entretener también se diluye. Sus toques de ingenio, que los tiene –el baile y la decapitación zombi, posiblemente lo mejor del conjunto, y cómo los personajes sacan provecho de la crisis-, no resultan trascendentales si el tratamiento es vergonzoso, y eso a pesar de unos créditos finales que abrazan la novela gráfica en la que esta historia tendría sin duda un mayor futuro. Una lástima, porque había potencial en la propuesta.

A favor: los créditos finales y algún puntual toque de ingenio
En contra: se queda a mitad de camino tanto como discurso socio-político como entretenimiento

Calificación: **

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