jueves, 6 de junio de 2013

LA CRÍTICA: Fast & Furious 6

Esto es lo que somos
“Fast & Furious” se encargó de resucitar una franquicia que ya parecía haber quemado su cuentakilómetros en su primera entrega a base de realizar un inteligente giro de la trama hacia el thriller de acción pero sin renunciar a algunas de las constantes que habían definido la saga, abriendo nuevas líneas argumentales y sin renunciar nunca al ritmo frenético de sus escenas de acción a todo gas. El quinto episodio de la historia venía a confirmar la buena senda emprendida por su predecesora en la que sigue siendo su mejor secuela, un hit de acción duro que a día de hoy sigue poseyendo una de las escenas y uno de los escenarios cinematográficos más potentes de los últimos años.

Esta sexta entrega funciona a la vez como cierre de una segunda trilogía, y casi de la sextología completa, y como comienzo de una nueva era. Hay algo de nostalgia en ella: sus créditos iniciales rememoran todos los capítulos precedentes; en su argumento se da solución a cabos sueltos presentes en la saga; vuelve a la cultura del tunning, a las chichas explosivas, la música cañera y los coches; y trata de cerrar algunas de las vías abiertas por esta segunda trilogía. Y simultáneamente no sólo se permite el lujo de adelantar lo que vendrá en la más que previsible séptima entrega en su escena pre-créditos, sino que reformula el estilo de sus escenas de acción y las transforma en una versión pasada de esteroides de las más estrafalarias e increíbles aventuras de James Bond. Unas escenas en las que todo es totalmente posible, incluso ver a Vin Diesel coger a una persona como si del mismísimo Superman se tratase.


Y, a pesar de que su guión haga aguas en algunos momentos, de que en esencia sea bastante inferior a la cuarta y la quinta juntas, de que sus escenas de acción puedan resultar bastante inverosímiles -y no sólo las de acción, que cuesta encajar, por ejemplo, el avance de la relación entre Diesel y Rodríguez, y la [SPOILER] pérdida de memoria [SPOILER] de esta- y que las nocturnas estén filmadas con la claridad de un topo –reconozco que acabé perdiéndome en la escena final del avión-, es curioso cómo el conjunto funciona como un enorme entretenimiento mainstream que no busca otra cosa que poner a la segunda trilogía el broche de adrenalina justa pero desfasada. Porque si Toretto y los suyos tienen claro que su modelo de negocio se basa en la familia, que lo suyo es la calle y eso es lo que son, la película es plenamente consciente de su condición de divertimento. Sólo esperemos que para la siguiente el guión esté a la altura de las circunstancias.



A favor: la escena con el tanque, y que da el entretenimiento justo que se espera de ella
En contra: la imposibilidad de sus escenas de acción, un guión algo endeble, las escenas nocturnas, especialmente la del avión

Calificación: **1/2

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