miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA CRÍTICA. Starry Eyes

Ha nacido una estrella
Hollywood. Tierra de sueños convertidos en pesadillas. De aspirantes a estrellas de cine cuyas aspiraciones entroncan con una realidad en la que no pasarán de ser camareros o mascotas de una cadena de restaurantes de comida rápida. Promesas de productores que se valen de la ingenuidad de aquellos que ansían ver el brillo reflejado en sus propios ojos. El mismo Hollywood se ha encargado de desmitificar su propia condición de fábrica de sueños en prodigiosas obras como “Cautivos del mal” o “El juego de Hollywood”, perpetradas por cineastas que llevan décadas lidiando con las mentiras y traiciones de la Meca del Cine, o más recientemente en la estupenda “Maps to the stars” de Cronenberg.

“Starry Eyes” no es más que otro ejemplo de cine dentro del cine, de película que pretende mostrar la oscuridad que se esconde tras los cegadores focos de la industria del entretenimiento. Es la historia de una aspirante a actriz a la que la perspectiva de llegar a ser como esas divas del celuloide que empapelan su cuarto atrae tanto que estará dispuesta a todo por conseguirla. Cueste lo que cueste. Caiga quien caiga por el camino. Y es el nacimiento de una estrella desde cero, desde lo más bajo, desde el fango a la cima.


La segunda película del tándem formado por Kevin Kolsch y Dennis Widmyer bebe directamente de la desagradable pero imprescindible “Thanatomorphose” en la metamorfosis que su protagonista experimenta conforme va alcanzando su sueño. Es una propuesta de terror psicológico, cine para reflexionar y solamente plausible desde un punto de vista metafórico, y en ese sentido se la puede hermanar con el cine de David Lynch –especialmente la que más aborda este tema de manera directa, “Mullholland Drive”- o el “Enemy” de Villeneuve, e incluso con esa obsesiva búsqueda de la perfección que era el formidable “Cisne Negro” de Aronofsky.


Ahora bien, este film no llega a los niveles de excelencia de ninguna de las obras mencionadas. Eso son palabras mayores. A la película le cuesta bastante metraje entrar en materia, y durante su primera mitad no sabes bien hacia dónde quiere ir a parar. Incluso podría decirse que algunas decisiones bastante herméticas y poco explicadas de la historia son algo gratuitas y obvias –esa secta que es Hollywood, ¿en serio?-. Aún así no dejamos de estar ante un producto interesante y de recomendable visionado, de atmósfera enrarecida y absorbente, a lo que ayuda su banda sonora y el correcto trabajo de su actriz protagonista, encarnando un personaje que, como la Judy Garland de “Ha nacido una estrella”, llegará al estrellato en detrimento del hundimiento de otros. Aunque bien sabemos que en esto del cine es tan fácil estar en lo más alto como descender a los infiernos de tu propia fama.

A favor: funciona bien como terrorífica metáfora de lo que es Hollywood
En contra: le cuesta entrar en materia, y no alcanza el nivel de excelencia de sus muchos referentes

Calificación ***

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