lunes, 31 de agosto de 2015

EN PAZ DESCANSE... Wes Craven (1939-2015)

Un referente indiscutible dentro del género de terror. Un clásico, un nombre de enorme relevancia. El hombre tras las máscaras, podríamos llamarle. Wes Craven, si bien era filólogo, psicólogo y filósofo, se hizo un hueco en el imaginario colectivo en otro campo, el cine, y comenzó su carrera en los 70 en producciones polémicas en las que no aparecía acreditado, algunas de ellas pornográficas –una de ellas, en 1975, titulada “The Fireworks Woman”, en la que firmó bajo el pseudónimo de Abe Snake-, con imágenes demasiado explícitas para la época.

Y su primer trabajo como realizador seguiría esta senda. “La última casa a la izquierda” se convirtió en todo un éxito que sacudió a las masas por su crudeza, y con ella recorrió medio mundo y se labró una reputación, que revalidaría en 1977 con “Las colinas tienen ojos”, toda una obra de culto para los aficionados al género, y con la que triunfó en Sitges. Sin embargo, pese a este prodigioso comienzo, sus trabajos siguientes no serían apreciados más que por los grandes seguidores de su obra, y no se revalorizarían hasta décadas después. “Bendición mortal”, “La cosa del pantano” y la secuela de “Las colinas tienen ojos” se convertirían en fiascos que parecían hacer presagiar que a aquel prometedor debutante se le había apagado la estrella muy pronto.


Sin embargo, si algo caracterizó la filmografía de Craven fue que siempre supo renovarse a sí mismo. Y así ocurriría en 1984, cuando alumbraría a todo un icono cinematográfico de nuestras pesadillas. Con “Pesadilla en Elm Street” sería su regreso por la puerta grande, un film que rompería moldes y nos presentaría a un psychokiller tan imperecedero como Freddy Krueger. Y a ella le siguieron las reivindicables, si bien en su momento no levantaron demasiado polvo, “La serpientes y el arcoíris”, “Shocker, 10.000 voltios de terror” y “El sótano del miedo”.

Y volvió a hundirse en la clandestinidad. La carrera de Craven también sucumbió a la crisis del género de comienzos de los 90, y ni la errática “Un vampiro suelto en Brooklyn”, con Eddie Murphy, ni su regreso a la saga que le dio la fama con “La nueva pesadilla de Wes Craven”, con la que se alzó con el premio al mejor guión en Fantasporto, acabaron de cuajar del todo. Hasta que en su camino se cruzó un joven con grandes ideas llamado Kevin Williamson, y juntos perpetraron su segunda renovación con la trilogía “Scream”. Además, propiciarían la resurrección del slasher adolescente autoconsciente y carente de prejuicios. Sin duda, su mayor éxito comercial, una saga que arrasaría en entregas de premios como las de los festivales Gérardmer, de la Academia de Ciencia-Ficción, Terror y Fantasía, y los MTV.

Su trayectoria posterior no sería nada fructífera, a excepción de su escarceo en el drama con “Música del corazón”, que le valió una nominación al Oscar a Meryl Streep, y el thriller de suspense “Vuelo nocturno”. Participó en un segmento de la coral “Paris, je t’aime” y “Scream 4” sería en 2011 su última película como dirección. Una entrega absolutamente reivindicable que no acabó de funcionar en taquilla. Este año produjo la animada “Home” y participó como actor en “Jay y Bob el silencioso contraatacan”, “El diario de los muertos” y la serie de tv “Castle”, así como cameos en su saga “Scream”, entre otras apariciones.

Wes Craven, todo un hito del terror, una leyenda del género, nos abandonaba este domingo a los 76 años a causa de un cáncer cerebral. Todo un innovador y visionario que cambió las constantes del fantástico en múltiples ocasiones. Descanse en paz, maestro.



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