martes, 9 de febrero de 2016

LA CRÍTICA. El renacido (The Revenant)

La venganza está en manos del creador
Hay filmes que llegan revestidos de una generosa pirotecnia, de una condición de must see impuesta por una crítica supuestamente especializada que sabe ver más allá de los artificios, mucho más que el resto de los simples mortales. Puro espectáculo visual, como diría el Cuarón de “Gravity”, pero en ocasiones carente de un contenido argumental que te haga sentir lo que las imágenes tratan de evocar.

Viendo “The Revenant” es imposible no pensar en el cine de Terrence Malick. No porque la película tenga una importante carga moral y metafísica, que no la tiene ni por asomo, ni por el uso de la voz en off en ciertos pasajes del relato, sino porque tras la fotografía figura un genio como Emmanuel Lubezki.

Sin embargo, hay algo que distancia a Alejandro G. Iñárritu de Malick, y es la sensibilidad con la que contar una historia que pretende evocar sentimientos a través de sus bellas imágenes. Porque Malick y Lubezki han sabido fusionarse tanto en lo argumental como en lo meramente técnico. Iñárritu, desafortunadamente, parte de un guión mucho más básico que no acaba por darse la mano con la forma en que se cuentan algunos de los pasajes más hermosos de esta historia de supervivencia cruda y realista.


Porque eso sí consigue ser “The Revenant”, un survival duro, salvaje, que martilla y golpea al espectador en lo visual, pero que deja frío en el guión. Y con todo, no deja de ser una muy buena película. Por sus planos secuencia, por escenas tan difíciles para la vista humana como la del ataque del oso, por dos actores como Leonardo DiCaprio y Tom Hardy que se comen la pantalla, por la ambientación y la banda sonora. Y cómo no, por la excelente fotografía de todo un genio de nuestro tiempo.


Pero le sigue faltando el acompañamiento de un guión mucho más rico en matices y significados. En ese sentido, “Birdman” era mucho más robusta, más experimental y satisfactoria. Y por qué no decirlo, más deliciosa en todos los aspectos, tanto a nivel cinematográfico como conceptual. Aquí lo que queda es un trabajo más alimenticio en el que el verdadero creador es Lubezki. En sus manos queda esta historia de venganza, de la cual su amigo mexicano es más espectador pasivo que artífice.

A favor: la parte técnica del producto, y sobre todo el trabajo de Lubezki
En contra: la parte argumental y el guión

Calificación ***1/2
Merece mucho la pena

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