lunes, 15 de agosto de 2016

LA CRÍTICA. Star Trek: Más Allá

Esperanza en lo imposible
“Star Trek: Más Allá” comienza de manera contemplativa, con James T. Kirk echando la vista atrás y haciendo balance de una misión que se alarga ya tres años en el tiempo y que separa a toda su tripulación de sus familias.  No es extraño que la USS Enterprise afronte su nueva travesía de manera pausada, reposada, sin apostar por el non stop que suponían los comienzos de sus dos predecesoras. Porque a la creación de Gene Roddenberry le pesan los años tanto como a su ahora más experimentado y maduro capitán. Cincuenta, para ser exactos.

Y lo hace de manera nostálgica. Porque si bien no está a la altura de las dos anteriores, este nuevo salto hacia territorio inexplorado recupera buena parte de la esencia del referente catódico y la serie de películas original. Con un lavado de cara acorde a los tiempos que corren, por supuesto, y aunando el sentido del espectáculo con el que J.J. Abrams renovara la franquicia allá por 2009 con ese aroma a opereta especial tan encantadoramente geek que convirtiese al producto original en todo el fenómeno de masas que es hoy en día.


Todo en ella es distinto a lo que ya habíamos visto en los dos primeros capítulos. El guión se nota escrito por Simon Pegg por la predominancia de un humor de lo más inteligente y acertado, muy propio del comediante británico pero también de lo más trekkie, que tiene enormes aciertos como convertir a Bones y Spock en una nostálgica pareja cómica, y la ágil dirección de Justin Lin apuesta por pervertir las leyes físicas, concibiendo los escenarios como si de una cámara antigravedad se tratase, donde el arriba y el abajo se confunden continuamente. El villano cumple, el reparto mucho más –atención, porque aquí Chris Pine tiene más porte de capitán que nunca-, y la espectacularidad de las escenas de acción está garantizada. Y todo acompañado, por si fuera poco, por la excelente, y también reflexiva, partitura de Michael Giacchino.


Puede que haya quien eche de menos a Abrams y su manera de inyectar savia nueva a la saga, y quien se muestre temeroso ante la elección de Lin. Pero esta vuelta a los orígenes, pese a ofrecer algo ya visto, contiene la suficiente dosis de diversión como para hacer pasar el rato en una cartelera veraniega algo falta de entretenimiento con pedigrí de blockbuster. Y permite a su director, además, continuar con el discurso sobre la importancia de la familia que ya iniciase con “Fast & Furious”. Aquí a una escala mucho mayor. Interplanetaria. Así que tranquilos. Sus muchos problemas de producción no dañan el resultado final. La Enterprise sigue en buenas manos. A veces hay que mantener la esperanza en lo imposible.

A favor: la vuelta a los orígenes de la franquicia, pero sin dejar de lavarle la cara
En contra: que habrá quien eche de menos lo iniciado por sus dos predecesoras

Calificación *****
Imprescindible

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