viernes, 30 de junio de 2017

LA CRÍTICA. Okja

El eslabón más débil
Bong Joon- ho sabe que, como la famosa y salvaje distopía orwelliana ya anunciaba, la sociedad capitalista -o la comunista, tanto da- se sustenta sobre el trabajo de los eslabones más débiles de la cadena, mientras beben y comen como cerdos jactándose de sus logros. El cineasta surcoreano edificaba su alegoría social en forma de tren en el que cada vagón albergaba un estrato diferente de dicha sociedad, y en la que sus motores se saciaban con el trabajo de una clase obrera alimentada a base de insectos que vivía en una mentira, mientras la maquinaría avanzaba sin control y sin destino. 

Su nuevo proyecto, el más pequeño en apariencia y a la vez enorme de toda su filmografía -enorme por su presupuesto, pequeño por el hecho de estar producido para Netflix-, vuelve a reincidir en esta idea. Por supuesto, con la marca de la casa. Con esa imposible mezcla de géneros que acuña en cada nuevo trabajo -desde el romántico hasta el terror, pasando por la comedia, el drama o la ciencia-ficción-, su comedida manera de suministrar dosis de espectáculo al espectador, o ese aspecto de cine inocentón y estrafalario que encierra una poderosa crítica social.


“Okja”, más allá de la polémica que ha rodeado su existencia desde su paso en Cannes, que le ha dado más protagonismo e importancia de la que realmente tiene, es un nuevo paso en ese cine comprometido que Ho esgrime desde sus comienzos, el que tras una apariencia en este caso infantilizada y extravagante -tanto como la interpretación de la formidable Tilda Swinton- ofrece una siniestra y cruda visión de la sociedad de consumo en general y de la industria de consumo cárnica en particular, de la política del miedo como arma auspiciada por la ignorancia de la plebe, del papel del ser humano en la cadena alimenticia como especie autoproclamada dominante.

Un film tan mágico y bonito en su planteamiento -apoyado por una maravillosa fotografía, puesta en escena y banda sonora- que podría ser tomado como un erróneo producto para todos los públicos, cuando en realidad está enfocado más para el sector adulto, ese que sabe, o cree saber, cómo funcionan las cosas, y que tiene precisamente en todo el revuelo que ha levantado y en su propia extravagancia su talón de Aquiles, por aquello de las expectativas y por no ser una película para todos los gustos.


No es ésta la mejor cinta de su creador. Para eso está aquella estupenda “The Host”, que ya articulaba su moraleja contra las grandes corporaciones en forma de enorme monstruo con corazoncito. Pero sí que la historia del enorme cerdo que salvará al mundo de la inanición y su relación con la pequeña que le ha visto crecer cala en el corazón del espectador, a la vez que nos define como la especie más puñetera y ruin del planeta. La que es capaz de las mayores atrocidades. La que realmente conforma el eslabón más débil, aunque algunos sigan empeñándose en verlo del modo contrario.

A favor: pese a su grandeza, la humilde mano de su responsable sigue ahí
En contra: la polémica y su extravagancia pueden desviar a más de uno de su verdadero cometido

Calificación ****
No se la pierda

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