viernes, 10 de noviembre de 2017

LA CRÍTICA. Revenge

En un bucle infernal
Resulta cuanto menos curioso que, en la última edición del Nocturna, se acompañara la proyección de “Revenge” con la del cortometraje “I´m the Doorway”, basado en un relato de Stephen King. La pieza de Robin Kasparik narra la pesadilla de un hombre sumido en su propia paranoia, que no deja de vivir, en primera persona, en sus propias carnes, una situación que, a pesar de sus variantes, se repite una y otra vez.

Y resulta curioso porque sendos trabajos podrían pertenecer a la misma sesión doble. Ambos tienen algo en común: el bucle como eje central de la narración, como piedra angular de su estructura, historia e intenciones. De hecho, hay una larga escena que ejemplifica perfectamente cuál es el espíritu de la película de Coralie Fargeat, aquélla en la que víctima y verdugo se persiguen, intercambiando constantemente los roles, alrededor de un pasillo en círculo.

Todo en ella se repite, todo suena a ya visto. No es sólo que lo que ofrezca “Revenge” sea un rape and revenge de manual, repleto de tópicos mil veces vistos y explotados con mayor sabiduría en otras cintas del mismo subgénero -¿alguien recuerda una tal “I Spit On Your Grave”?-, es que en sí misma es una cinta que se repite sin cesar. No es más que un juego del gato y el ratón extenuante, que alarga sus escenas hasta el hartazgo, y que podría haberse contado perfectamente con la mitad de su metraje.


Es decir, da la sensación de no avanzar, de estancarse continuamente y demorar el encuentro de la heroína con sus perseguidores. Como ejemplo, esa otra escena que repite el sueño dentro del sueño una y otra vez, como si no hubiera sido suficiente con una sola. Es como si a su realizadora no se le hubiera ocurrido otra manera de rellenar metraje que tirar de los mismos recursos reiteradamente. El resultado es una propuesta que se fagocita a sí misma, que se muerde la cola continuamente y avanza en círculos, repleta además de incongruencias de guión –la protagonista avanzará a pie y herida más rápido que sus perseguidores, a conveniencia del guión- que podrían haberse perdonado de haber ofrecido algo de diversión. Pero ni eso. Entretenimiento nulo, solamente ganas de estar en casa con el mando a distancia en la mano.


No todo en ella es malo, ojo. A destacar la enérgica dirección, la fotografía y un reparto solvente, encabezado por una Matilda Lutz que supone lo mejor del conjunto. Lo mejor, aunque no memorable. No si se compara con otras guerreras del subgénero. Porque nada, ni siquiera su nada disimulado y distorsionado mensaje feminista, puede prevalecer cuando no haces más que moverte dentro de un bucle infernal.

A favor: su protagonista
En contra: que se mueve en bucle y no avanza, y no ofrece nada nuevo

Calificación *
No pierda el tiempo

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